"DE MI TODO LO TEMO, DE DIOS TODO LO ESPERO"
Hoy se celebra la festividad de Santa Ángela de la Cruz, dado que ésta congregación estaba en Arjona, existe en nuestro pueblo una gran fe a la Santa. A continuación os dejamos los cultos que se van a celebrar en nuestra localidad para mayor gloria de Santa Ángela.
19h Rezo
del Santo Rosario.
19,30h
celebración de la Eucaristía en Honor de
Santa Ángela de la Cruz.
(Bendición y entronización del cuadro de la
Beata Madre María de la Purísima)
20,30h
Procesión con la Imagen de Santa Ángela por la plaza de San Martín.
Ahora os dejamos unos fragmentos de la vida de Santa Ángela de la Cruz
Ángela Guerrero
González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres nació en Sevilla el 30 de
enero de 1846. Hija de padres honrados y pobres.
Los dos esposos llegaron a tener hasta catorce hijos, de los cuales solo seis,
tres hijos y tres hijas, sobrevivieron hasta edad adulta. Ambos trabajaban para
el convento de los Padres Trinitarios, poco distante de la calle Santa Lucía,
13 donde ellos tenían su casa cuando nació Angelita. El padre hacía de cocinero
y la madre lavaba, cosía y planchaba la ropa de los frailes. La niña fue
bautizada en la parroquia de Santa Lucía, el 2 de febrero con el nombre de
María de los Ángeles, pero para los que la conocen será siempre Angelita.
En su casa aprendió
los buenos ejemplos de piedad, pero también el celo de su madre, que cuidaba
con sus pocos recursos que fueren bautizados cuanto antes los niños pobres del
barrio, haciendo de madrina de muchos. En una habitación de la casa ponía un
altar a la Virgen en el mes de mayo, y allí se rezaba el rosario y se
obsequiaba particularmente al Virgen.
Su padre murió pronto. Sin embargo la madre llegara a ver la obra de su hija, y
las Hermanitas de la Cruz la llamaran con el dulce nombre de "la
abuelita" y quedaran admiradas de las muchas virtudes que florecían en el
jardín de su alma. Ella supo trasplantarlas al jardín del alma de su hija
Ángela. Se dice que un día, siendo aun muy pequeña, desapareció y todos la
buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó donde estaba: en la
iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los altares. Ya mayor dirá: "Yo,
todo el tiempo que podía, lo pasaba en la iglesia, echándome bendiciones de
altar como hacen las chiquillas".
Angelita fue siempre
bajita, vivaz y expresiva. A los ocho años hizo su primera comunión. A los
nueve fue confirmada asistiendo pocos años a la escuela, como era habitual por
aquel entonces entre las niñas pertenecientes a su clase social, aprendió los
elementos de gramática, cuentas, leer y escribir lo suficiente para
comunicarse. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría
cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o
pronunciar blasfemias en su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla
llegar, decían, cambiando de conversación: "Callad, que viene
Angelita".
Llegada a la edad de poder trabajar sus padres la colocaron como aprendiz en un
taller de zapatería desde los 12 años para contribuir a la economía familiar,
allí permaneció hasta los 29 de forma casi ininterrumpida, con todas las
garantías para que en el mundo del trabajo no perdiera su inocencia y virtud
cristiana. De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la
conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y
los hogares pobres que visita.
Por aquel tiempo se declaró la epidemia de cólera en Sevilla y Angelita tuvo
ocasión, bajo la dirección del Padre Torres, de emplearse con generosa entrega al
servicio de los pobres enfermos hacinados en los corrales de vecindad, las
victimas más propicias de esa enfermedad. Ángela se multiplica para poder
ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la
miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre
Torres, su voluntad de "meterse a monja".
Sus deseos de vivir
sólo para Dios y para el servicio, en una consagración total de su persona en
la vida religiosa aumentaban.
Bajo el consejo del Padre Torres intentó hacer el postulado en el hospital de
las Hijas de la Caridad de Sevilla. Lo comenzó en el año 1868. Y, aunque su
salud era precaria, las religiosas hicieron esfuerzos por conservarla,
procurando enviarla a Cuenca y a Valencia para ver si se fortalecía.
Siendo novicia, tuvieron que enviarla a Sevilla para probar de nuevo con sus
aires natales; pero todo fue inútil, sus vómitos frecuentes no le permitían
retener la comida. Tuvo que salir del noviciado. Y, lo más doloroso para ella
es que todo esto sucedía cuando su director, el Padre Torres, se encontraba en
Roma, como consultor teólogo del Concilio Vaticano I.
En su casa la acogieron de nuevo con gran cariño, y en poco tiempo el señor
permitió que recobrar su salud. También volvió al taller de zapatería.
En 1873 tendrá la visión fundamental que le definirá su carisma en la Iglesia:
subir a la Cruz, frente a Jesús, del modo más semejante posible a una criatura
para ofrecerse víctima por la salvación de sus hermanos los pobres. Bajo la
guía y mano firme de su director espiritual, irá recibiendo de Dios los
caracteres específicos del Instituto que dios deseaba por su medio inaugurar en
la Iglesia:
La Compañía de las
Hermanas de la Cruz.
Ella siguió
trabajando en el taller como "zapaterita", a la vez que, por encargo
de su padre espiritual, dedicaba su tiempo libre a recoger las luces que Dios
le daba sobre su vocación y futuro Instituto, hasta que recibió la orden de
dejar el taller y dedicar todo su tiempo a la fundación.
Viendo que no podía
ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el
mundo" e hizo los Votos religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871
nos revela que "María de los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo
Crucificado" promete vivir conforme a los consejos evangélicos: Ya que le
ha fallado ser monja en el convento, será monja fuera. Dos años más tarde,
Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en
las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino
vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús.
De
ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.
Canonización
El 7 de mayo
de 2003, el cuerpo incorrupto de la Santa es trasladado desde la Casa Madre
hasta la Catedral de Sevilla, donde presidió los actos en su honor, por la
Canonización. Una gran multitud se concentró a su paso, adornándose los templos
y calles del recorrido para la ocasión.
Con motivo
de la canonización de Sor Ángela de la Cruz, el Arzobispo de Sevilla, Mons.
Carlos Amigo, en una pastoral a sus diocesanos afirmaba, entre otras cosas: "Ángela
de la Cruz está entre las figuras más resplandecientes de la historia de
nuestra diócesis. Ella brilla por su fidelidad constante a la voluntad de Dios;
por la humildad que llenaba de grandeza su incondicional amor a su Señor; por
la alegría en la pobreza, que re glorificación de la bondad del Creador; por la
caridad sin medida en la que Cristo era honrando en los más pobres y
desvalidos"
Al ser
canonizada por Juan Pablo II, Santa Ángela de la Cruz queda propuesta a toda la
Iglesia como intercesora originalísima del camino real de la santa cruz en
nuestro tiempo.
ORACIÓN A SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ
Dios de toda bondad, que iluminaste a Santa Ángela, virgen, con la sabiduría de la cruz, para que reconociese a tu Hijo Jesucristo en los pobres y enfermos abandonados, y los sirviese como humilde esclava, concédenos la gracia que te pedimos por su intercesión, en esta novena.
(Mencionar aquí la gracia que se desea obtener)
Así también, inspira en nosotros el deseo de seguir su ejemplo, abrazando cada día nuestra propia cruz, en unión con Cristo crucificado y sirviendo a nuestros hermanos con amor. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria ...
Santa Angela de la Cruz, ruega por nosotros.
UN ABRAZO EN JESÚS Y MARÍA